sábado, 7 de septiembre de 2019

LAS UNIVERSIDADES MAS ANTIGUAS DEL MUNDO

Las Universidades mas Antiguas del Mundo 


La enseñanza superior de la Antigüedad sobrevive hasta nuestros días.

Probablemente la universidad moderna más antigua que sigue con sus puertas abiertas hasta la actualidad sea la de Al-Karaouine.

Resulta complicado hacer enumeraciones de lo más antiguo de algo; siempre aparecerá otro más asegurando que en su pueblo hubo algún precedente que podría considerarse como tal con más o menos tormento del lenguaje.

Sin embargo, dado que algunas instituciones educativas llevan enseñando a sus estudiantes según un programa establecido, fomentando el pensamiento y emitiendo títulos de capacitación superior durante más de un milenio, resultará difícil discutirles su carácter, al menos, como las universidades modernas más antiguas del mundo que siguen actualmente en operación.

El predecesor más antiguo de una universidad que continúa abierto hoy es la Universidad de Nanking (China), creada en el año 258 de nuestra era. Sin embargo, su origen fue más bien una academia de oposiciones, que no emitía títulos superiores de validez universal, sino que preparaba a sus estudiantes para las durísimas pruebas de acceso al funcionariado imperial. No se convirtió en una universidad moderna hasta 1920.

Otra institución que a veces se sugiere como la universidad más antigua en existencia es la de Atenas, refiriéndose a la Academia Platónica fundada por el conocido filósofo en el 368 a.C. Sin embargo, ni la academia de Platón era una universidad, sino una escuela de filósofos, ni la moderna Universidad de Atenas puede trazar lícitamente sus orígenes a la misma (tampoco es que lo pretenda, pero algunos han querido hacerlo en su nombre). Nalanda (India, siglo V) y Constantinopla (Bizancio, 425 d.C.) son más sugerentes, pero ambas desaparecieron hace mucho y eran muy distintas de lo que hoy por hoy entendemos como una universidad.



Probablemente la universidad moderna más antigua que sigue con sus puertas abiertas hasta la actualidad sea la de Al-Karaouine, en Fez (Marruecos). Fue fundada como mezquita en el año 859 por la hija de un mercader, Fátima Al-Fihri, con su correspondiente madraza (escuela religiosa islámica). Esta madraza se convirtió pronto en un centro de debate político y social, expandiendo sus estudios primero a la jurisprudencia del derecho musulmán (shariah) y de ahí, apoyada por poderosos sultanes, a otras ramas de la ciencia y las humanidades como la gramática, la retórica, la lógica, la medicina, las matemáticas, la astronomía, la alquimia, la historia, la geografía y la música durante los siguientes ocho siglos. El sabio judío andalusí Maimónides (1135-1204) estuvo estrechamente relacionado con Al-Karaouine, así como el gran geógrafo islámico del mismo origen Mohamed Al-Idrisi, que dibujó para Rogelio II de Sicilia la Tabula Rogeriana o Kitab Ruyar (1154), el más avanzado de los mapamundis de la Antigüedad.

Otros licenciados notables de Al-Karaouine fueron el polígrafo Ibn Jaldún –verdadero precedesor del hombre renacentista–, así como Ibn Al-Jatib –el primero en observar el mecanismo del contagio de las enfermedades infecciosas durante la Peste Negra del siglo XIV– o el diplomático y geógrafo Al-Wazzan (conocido por su latinización Leo Africanus), todos ellos relacionados con el brillo cultural que caracterizó a Al-Andalus. La Universidad de Al-Karaouine recibió también la visita de cristianos como el gramático belga Nicolás Cleynaerts o el matemático y orientalista holandés Jacob Golius. La sala del reloj del minarete de la mezquita anexa (Dar Al Muwaqqit) fue un importante centro de estudios matemáticos y cronológicos durante varios siglos.

Posteriormente, por desgracia, la Universidad de Al-Karaouine formó parte del proceso de regresión religiosa que viene azotando al mundo árabe durante los últimos siglos. En la actualidad, aunque dispone de cuatro facultades con sus correspondientes campus, sólo enseña teología y jurisprudencia islámica, caligrafía religiosa y materias similares en lo que vendría a ser una súper-madraza. Pero esta decadencia no puede robarle, ni lo hará jamás, el mérito de ser la primera universidad digna de tal nombre que conoció la humanidad.




La segunda universidad más antigua que se mantiene abierta hasta la actualidad es la Universidad Al-Azhar en El Cairo (Egipto), titulando a sus estudiantes desde el año 972. En este caso hablar de regresión es más complicado, pues siempre fue fundamentalmente un centro de enseñanzas teológicas, considerado en la actualidad como el corazón de la literatura árabe y los estudios islámicos suníes. La colección de manuscritos raros que conservan en su gigantesca biblioteca, con más de siete millones de páginas, está considerada como una de las más importantes del mundo. Pese a su clara vocación teológica, dispuso desde su origen de facultades de filosofía, astronomía, medicina, gramática y lógica, y en la actualidad también de ingeniería y agricultura.
Les siguen, a mediados del siglo XI, las nizzamiya de Isfahán (Irán) y Bagdad (Iraq), que fueron las primeras en generalizar el principio de enseñanza superior gratuita a los estudiantes que lo merecieran mediante lo que hoy en día llamaríamos becas (en Al-Karaouine y Al-Azhar este había sido un privilegio especial concedido por los sultanes que les hacían de mecenas). También sería adecuado destacar el papel de los hospitales universitarios persas (bimaristan) como facultades de medicina, durante el siglo IX.



En el mundo occidental, la universidad más antigua que continúa abierta (y la primera en usar tal denominación) es la de Bolonia (Italia). Empezó a formarse a finales del siglo XI, cuando un grupo de maestros de gramática, retórica y lógica comenzaron a enseñar derecho bizantino. Los primeros docentes de quienes se conserva memoria fueron Pepone e Irnerio, conocido como "luz del derecho".

 En 1158, a petición de cuatro doctores de esta universidad, el Sacro Emperador Romano Federico I promulgó una de las normas más desconocidas y trascendentales en la historia del pensamiento humano: la Constitutio Habita, que garantizaba a la Universidad de Bolonia el derecho de investigar con independencia de cualquier otro poder. Nacía así el principio de independencia universitaria, clave para que las universidades se convirtieran en el corazón vivo de la ciencia y las humanidades a partir de ese momento. A lo largo del siglo XIV, nuevos docentes en medicina, filosofía, aritmética, teología, lógica, astronomía, retórica y gramática se sumaron a estos juristas originarios. Dante Alighieri, Francesco Petrarca, Guido Guinizelli, Cino da Pistoria, Cecco dAscoli, Re Enzo, Salimbene da Parma y Coluccio Salutati estudiaron en Bolonia.

A partir del siglo XV se incorporaron también estudios en latín y griego clásico, y en el XVI, a instancias del filósofo Pietro Pomponazzi, magia naturalis: ciencia experimental, el estudio de las leyes de la naturaleza al margen de las posiciones tradicionales de la filosofía y la religión. Se plantaba así la semilla académica de la ciencia moderna.

Les siguieron poco después, en el mismo siglo XI, las universidades de París (Francia), más conocida por La Sorbona y dividida en 13 instituciones en 1970 a consecuencia del mayo del 68, así como Oxford (Reino Unido). En el XII abrió Montpellier (Francia). Después, durante el XIII, surgirían Cambridge, Padua, Salamanca y otras muchas. Cambridge fue la primera en recibir una bula del Papa Gregorio IX que autorizaba a sus licenciados a enseñar en toda la Cristiandad. Mientras tanto, en el mundo islámico, abría también la madraza Al-Mustansiriya de Bagdad.

La historia de la universidad discurre inseparable de la historia de la ciencia y del pensamiento contemporáneos. Sin universidades, nunca habría sido posible concentrar tantas mentes cualificadas en un único lugar hasta alcanzar los umbrales necesarios para evolucionar el conocimiento humano como ha sucedido. Sin universidades independientes, jamás nos habríamos atrevido a poner en tela de juicio saberes tradicionales que eran menos que verdaderos, pero defendidos por instituciones poderosas. Todo el progreso presente de la humanidad ha pasado, en un momento u otro, por una universidad; y con frecuencia, se ha originado en ellas.

La universidad es uno de nuestros patrimonios culturales más valiosos y útiles, imprescindible para el desarrollo de la humanidad; como tal debe ser protegida y defendida frente a quienes, por intereses políticos y religiosos, elitismo o lucro espurio, pretendan disolver sus valores más fundamentales: búsqueda constante de todo conocimiento, independencia, autonomía, universalidad, libertad de pensamiento, cátedra e investigación, gratuidad sobre un sistema de méritos. Si permitiéramos que ocurriese lo mismo que sucedió a las otrora legendarias universidades árabes, ya sabemos qué viene a continuación. Sólo hay que mirar un poco hacia el sur. Y no queremos de eso, ¿a que no?

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